Llueve. Lleva todo el día lloviendo, y yo lo agradezco porque hoy me apetecía mucho quedarme en casa.
Un sábado, hace cinco semanas, me subí en un autobús porque se me metió en la cabeza que era el momento de conocer en persona humana a alguien con quien hace ya tiempo me había encariñado on line. Durante el viaje -que fue más largo de lo previsto debido a una serie de problemas técnicos en el vehículo- pensé, entre párrafo y párrafo de la novela que iba leyendo, que en realidad todo era empezar. Que hay un grupo de gente conocida, admirada y querida por el mismo método (básicamente blogueril) a la que todavía no he visto, que al menos una vez al mes podría plantearme un viaje de alguna manera iniciático. Sola con mi pequeña maleta en busca de esa persona tan especial que el cuerpo y el alma me piden que vaya a buscar. Incluso me hice un mapa mental de destinos preferentes, aunque tan distantes algunos para los que no bastaría un corto fin de semana. Pero si entonces me lo propuse, posiblemente todo llegará.
Después se torcieron las cosas. Las siguientes tres semanas me subí a muchos más autobuses aunque esta vez me llevaban siempre al mismo destino. Ingresaron a mi madre para una operación que, al no salir del todo bien, hubo que ampliar unos días después y tuve que reorganizar algunas de las cosas primordiales de mi vida. Ahora todo está volviendo a la normalidad aunque yo todavía no tengo el ánimo metido de lleno en la rutina de mi vida real. Estoy cansada, pasiva, desencantada, alterada, incómoda e indecisa. Ausente incluso para lo que debería interesarme de verdad.
Un sábado, hace cinco semanas, me subí en un autobús porque se me metió en la cabeza que era el momento de conocer en persona humana a alguien con quien hace ya tiempo me había encariñado on line. Durante el viaje -que fue más largo de lo previsto debido a una serie de problemas técnicos en el vehículo- pensé, entre párrafo y párrafo de la novela que iba leyendo, que en realidad todo era empezar. Que hay un grupo de gente conocida, admirada y querida por el mismo método (básicamente blogueril) a la que todavía no he visto, que al menos una vez al mes podría plantearme un viaje de alguna manera iniciático. Sola con mi pequeña maleta en busca de esa persona tan especial que el cuerpo y el alma me piden que vaya a buscar. Incluso me hice un mapa mental de destinos preferentes, aunque tan distantes algunos para los que no bastaría un corto fin de semana. Pero si entonces me lo propuse, posiblemente todo llegará.
Después se torcieron las cosas. Las siguientes tres semanas me subí a muchos más autobuses aunque esta vez me llevaban siempre al mismo destino. Ingresaron a mi madre para una operación que, al no salir del todo bien, hubo que ampliar unos días después y tuve que reorganizar algunas de las cosas primordiales de mi vida. Ahora todo está volviendo a la normalidad aunque yo todavía no tengo el ánimo metido de lleno en la rutina de mi vida real. Estoy cansada, pasiva, desencantada, alterada, incómoda e indecisa. Ausente incluso para lo que debería interesarme de verdad.
6 comentarios:
Vaya, cuántas cosas nos transcurren paralelas... Tal vez algún día me lo debería plantear también yo: coger un autobús hacia el este.
Sabes que en cualquier momento te estoy esperando querida A.
Bueno,amiga,espero que todo vaya llegando a cierta calma,a cierta cotidianidad y que sobre todo tu madre se sienta mejor,porque de ese modo,estoy segura, que tú también.A veces las ausencias son tan necesarias como las presencias.
Tómalo con sabiduría,pues todas las circunstancias nos enseñan algo, y por lo general es algo que no está en los libros.
Mi abrazo,amiga...
Yo también te espero!!!
Me imagino unos días de libros y recetas... conoces mejor combinación??
Pero para llegar hasta aquí haría falta un autobús super especial!
Besos y ánimos
Quizá sea la época, los últimos estertores del invierno que nos ahogan. Yo estuve muy decaída la semana pasada. Espero que la primavera nos traiga energías renovadas.
Aprovecha la lluvia, descansa y borra el cansancio de estas tres semanas. Porque, de verdad, recibirte es un placer :-)
La única lástima es no poder estar para recibirte en las condiciones que tú te mereces, mi reina :-) Hubiera estado bien el poder dar un buen paseo y charlar más y más... En fin, eso tiene que querer decir que tenemos más espagueti y más paseos pendientes ¿no? :-)
Publicar un comentario