lunes, 22 de septiembre de 2008

Me baja la serotonina.

Otoño. Patricia Viot.

La jefa y yo, después de un complicado, caótico y perfectamente olvidable verano, estamos agotadas. Hablamos de eso todas las mañanas mientras nos tomamos un café antes de programar las tareas de la jornada, asustándonos la una a la otra con la llegada del melancólico otoño y lo poco preparadas que estamos para recibirlo. Dicen que el otoño es pródigo en depresiones, no ya tanto porque significa la vuelta a la lucha de los once meses de trabajo (mal) remunerado sino porque se nos va apagando poco a poco la brillante luz del verano. Y con las sombras, según ha leído ella en algún artículo de alguna revista científica de las que tiene el disco duro del ordenador repleto, baja el nivel de serotonina. Que al parecer es la responsable última de nuestros diferentes estados de ánimos. Dicen también que debido a esas depresiones otoñales, las personas afectadas reducen la energía y la actividad social. Y que una de las mejores terapias consiste en desplazarse a algún lugar en el que, en lugar del otoño, esté dando comienzo la primavera.

Ella tenía hoy una cita con su médico para que le recetase algo que la estimulase lo suficiente como para afrontar los próximos meses, que adivina marcados por nuevos (o viejos, que en realidad nunca se sabe) contratiempos y conseguir salir, si no indemne, al menos poco perjudicada. Mañana será mi turno, aunque lo mío creo que es, más que cuestión de receta, de cuponazo de esos de varios miles de euros, que aprendería rápido a gastar en mi propio beneficio. Aunque sé que esa no va a resultar ser mi espectacular salida de la crisis, sino más bien todo lo contrario. Tenía un poco de dinero ahorrado para invertir en una semana de vacaciones (en solitario) -que he guardado como oro en paño- al que le ha sido cambiado el destino. Porque voy a rebelarme contra la depresión con una inyección de energía y actividades sociales: vuelvo a matricularme en la Universidad, y que sea lo que los dioses quieran.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí, como casi todos los comienzos de casi todas las cosas, me encanta que entre el otoño. Hoy me ha caído una buena encima y no estaba tan segura de que así fuera, mis pies dicen que no. Y ahora una mancha gris cubre todo el cielo. Pero sí, me gusta que llegue, que llegue pero no se quede...

Supongo que me gusta porque también me gusta la melancolía, yo qué sé, masoquismos de una. Pero después, cuando a las seis ya es de noche, se me pasa la tontería.

Suerte y ánimos con la universidad :)

Carlos C. dijo...

Bien hecho! Yo también estoy lidiando con una pequeña depresión post-vacacional y también retomo la universidad ya mismo, aunque no sé si en mi caso eso servirá como prozac :)

Venga, besos y ánimos, que tú puedes con todo.

servidora dijo...

:-D

Y no olvides que el otoño y el invierno tienen un gran punto a favor: el placer de poder arrebujarse en una mantita mientras devoras tu libro favorito :-)

:-*

CarmenS dijo...

Bien, volver a ser estudiante, a recuperar el tiempo en que eres un cúmulo de deseos, ilusiones, incertidumbres... Cuánto me alegro.

mjromero dijo...

Ahora entiendo lo del pastel de chocolate de ayer... dicen que es muy bueno para la depre...
A mí me gusta tanto el otoño que nom entiendo que puedan dprimir los colores ocres y la brisa y ese colorido gris...
No está mal ponerse a estudiar, ánimo y a ponerse las pilas..
un beso

violetazul dijo...

Yo aún no aprendí a superar el otoño sin libros, cuadernos, bolígrafos y fluorescentes!!!
Acompañados de té calentito o chocolate, dependiendo del día.
Muchas felicidades por tu vuelta al cole!
Besos

neoGurb dijo...

Así estoy yo, con el inglés y la matemática discreta. Dios nos coja confesaos. Desde luego, mis neuronas no son lo que eran, y de vez en cuando juraría que las oigo... ¡crujir!