martes, 16 de septiembre de 2008

Malos tiempos para la lírica.

Pierre Bonnard.

Tras una larguísima semana en el infierno y otra no menos larga de imprescindible recuperación, empiezo a agarrarme de manos, pies, uñas y dientes a la rutina, a la cotidianeidad. Intento seguir manteniéndome a flote aunque todavía es pronto para empezar a nadar. Supongo que lo haré en cuanto sepa qué dirección es la que más me conviene. No puedo arriesgarme porque no soportaría volverme a ahogar.

Escribo mucho, a mano, hasta que se me agarrotan tanto la muñeca y los dedos que soy incapaz de sujetar el bolígrafo. Todo ello, sin embargo, es rotundamente impublicable, no tanto por demasiado privado sino más bien por brutal, por obsceno incluso. Y porque no permanece. Cada noche, antes de sedarme después de un baño purificador, enciendo una hoguera para quemar todo rastro. No me reconozco y no lo quiero guardar. De esas cenizas nada renace. Lo mejor es que yo me voy desprendiendo, capa a capa, de algo que ya me estaba sobrando.

Y que duele. Y que posiblemente cura.

6 comentarios:

CarmenS dijo...

Ánimo, memoria. Mucho ánimo.
Seguro que eres fuerte y sales a flote.

neoGurb dijo...

Se te echaba de menos, es cierto. Pero tranquila. Sabes que siempre te esperamos, así que cuando vayas pudiendo...
Besazos.

servidora dijo...

:-* :-)

violetazul dijo...

Ni lo dudes.
Besos

mjromero dijo...

después de leerte..., como si me quedara en suspensión...me gusta tanto lo que se expresa con fuerza...
pero es casi un sarcarsmo decírtelo por el dolor que hay detrás o con esa fuerza...
pues me quedo con la palabra fuerza, quien la tiene sale siempre a flote y renace incluso de las cenizas.
Ya está dicho.
Besos y mucho ánimo.

Anónimo dijo...

Si pica, cura. Las abuelas nunca mienten.