viernes, 19 de diciembre de 2008

Felices fiestas.


Me he enterado hace un rato de que, este año también, me quedo sola en la oficina al frente de dos secciones las dos próximas semanas. Aunque no me ha hecho tanta ilusión como el año pasado, porque esta vez, teniendo ya un poco más de experiencia en el asunto ese de asumir responsabilidades que no entran en mi sueldo, estoy menos dispuesta a considerarlo como una extravagante especie de premio. He vuelto a caer en la trampa de que, como mi familia está a tan solo unos pocos kilómetros, soy la que se queda. Después tendré la recompensa sí, y espero que no venga a fastidiármela ninguna cuadrilla de restauradores de fachadas, pero aún así no he quedado demasiado contenta cuando esta mañana, último día y casi a última hora, me han anunciado la buena nueva.

Lo cierto es que este año las fiestas me han pillado desprevenida. No sentía yo mucho, a pesar de cruzar todos los días el mercadillo de navidad que se han montado los comerciantes en una de las calles que forman parte de mi recorrido habitual, de las luces que llevan varios días encendidas, dándole un poco de color a los grises días con los que el cielo, que debe estar muy triste, nos despierta cada mañana desde que empezó el otoño, el espíritu navideño. Ni árbol ni belén en casa, ni compra compulsiva de regalos, ni envío de christmas, ni calorcillo en el cuerpo pensando en las reuniones familiares... nada de nada. La verdad es que lo que más siento es frío. Desde el exterior, pero también del interior, y ése cuesta más de erradicar.

He dejado de hacer muchas cosas que me deparaban satisfacciones personales, a cambio de meterme en otras que me convienen más en estos momentos. Una de las rutinas que más me ha dolido perder ha sido la de la escritura, no sólo en el blog, donde se nota especialmente, también en el correo, en los ejercicios a los que me obligaba para no perder el ritmo... Aunque, quizá para compensar, paso muchas horas alejada del portátil, que en alguna época no demasiado lejana parecía haberse convertido en un apéndice de mis ojos, de mis manos, de mi vida. Trabajo por las mañanas y descanso algunas tardes, estudio, leo, veo alguna serie en la tele, cocino y hago el resto de tareas domésticas, duermo todo lo que puedo, pienso, pienso, pienso...

Y hoy he pensado en que, a pesar de todo, el próximo jueves es navidad y estaremos todos. Incluso los que no vendrán. Y que me apetecía un árbol lleno de brillante y multicolores luces, y desear felices fiestas. Y que lo sean de verdad.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también espero que sean de verdad, aunque como tú, este año sienta que el espíritu navideño se haya ido lejos lejos. Y aunque sé que no calentará mucho, porque yo también siento frío, te mando un gran abrazo.

dudo dijo...

te mando una mantita de abrazos para calentarte,valiente...

Isabel dijo...

Quizás es que no son las fiestas las que deben darnos calor sino nosotros mismos,nuestra actitud positiva y entusiasta...
No dejes que se apague la lumbre por ahí dentro,amiga; en gran medida disfrutar depende de nosotros mismos.
Yo, de paso, te deseo todo lo que precisamente te gustaria que se hiciera realidad y que la tuya,tu realidad, sea siempre la mejor.Un abrazo cálido y sé feliz cada dia.Besos.

violetazul dijo...

me siento taaaaaaaaan identificada contigo... con ese frio interior..
yo también voy a cerrar los ojos, y desear que lo sean de verdad
montones de besos!

CarmenS dijo...

Espero que sientas algo de alegría, la compañía grandiosa de tu niña, el calor de quienes te quieren de cerca, el afecto de otros que andamos más lejos... Y no sólo porque sea navidad.

mjromero dijo...

Y a mí que me está sucediendo parecido este año...,

mucha felicidad, toda la que puedas cogerle a la vida,
mucha imaginación para hacerle un guiño a la vida en esos momentos... de ay...
y sobre todo mucha suerte y mucho cariño.

besos.