martes, 4 de noviembre de 2008

Errores.


Los errores hay que reconocerlos y yo ayer tuve una agotadora sesión de eso. ¿Me siento mejor ahora? No. Ha cambiado el estado de ánimo pero no ha sido para mejorar. Simplemente ha cambiado de malo a casi peor, aunque con unas perspectivas diferentes. ¿Significa eso que todavía puede cambiar? Tampoco. No al menos mientras no sea del todo consciente de la manipulación a la que siento que he sido sometida. Sin crueldad pero sin misericordia. La ofuscación me ha impedido darme cuenta hasta que, intentando aclarar conceptos antes de entrar en confrontación, se ha revelado la realidad inesperada. La responsabilidad es mía en última instancia. La asumo y con ella mis errores.

Hubiese peleado por defender esa verdad que yo creía irrefutable. Ahora me dejaría apalear por haber estado tan ciega y tan ausente, por haberme dejado enredar en esa trampa en la que yo misma al parecer había puesto el cebo. Me rindo. Ya se puede recoger el botín y enterrar a los muertos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Rendirse nunca, aunque la tentación sea irresistible.
Asumir algunas cosas no sirve de nada, pero hay que hacerlo.