miércoles, 26 de noviembre de 2008

Los días de lluvia.


Los días de lluvia añoro por encima de todas las cosas el calor del fuego, el color de las llamas y el aroma a leña del que se impregnaba excasa al poco de encender la chimenea. También las frías y húmedas tardes, viendo y escuchando la lluvia al tiempo que leía -acurrucada bajo una manta- columpiándome en el balancín que había puesto a refugio debajo del porche. Aquí me conformo con encender la estufa y un par de velas, débiles y tenues llamitas que no desprenden apenas más que un calorcillo ínfimo, aunque todavía no he encontrado ninguna que huela a carrasca.

Se va a desprender de ella. Con gran disgusto de meri y creo que suyo propio, un poco obligado según me cuenta mi hija por esa novia que le está exprimiendo hasta los huesos, exposo ha quemado las naves y se aleja de todo lo que signifique recuerdos. A mí me duele, no puedo evitarlo, y ese abandono está trayéndome difíciles -casi insuperables- días de nostalgia.

3 comentarios:

indo dijo...

el olor del fuego... es cierto, qué bien acompaña cuando uno está sólo y la humedad cala los huesos.
me ha gustado tu blog... vendré a menudo a visitarte.

Isabel dijo...

A mí, la chimenea me parece un lugar idóneo para reflexionar frente a la lumbre y su calor.
Eso sí,me vuelve muy nostálgica,parece que se queman los recuerdos en ella.
Un besote,amiga.

Anónimo dijo...

El mirar atrás a veces nos ancla, pero el aprender de lo vivido es indispensable para poder mirar hacia adelante sin tropezar. Muchos ánimos, sé que es difícil, pero tenemos que procurar mirar hacia adelante.

un beso