sábado, 22 de noviembre de 2008

Vasos vacíos.


Se me olvida a menudo que el portátil tiene música y altavoces. Se me pasa que puedo estar escuchando mis temas más o menos favoritos mientras aporreo las teclas. Hoy, no obstante, lo he recordado, he subido el volumen y me han entrado unas ganas locas de bailar. Entonces me he puesto a soñar. Sé que son imaginaciones mías, que no recuerdo ni cuándo fue la última vez, pero allí estoy yo, abandonada entre sus brazos, dejándome llevar. Tan cerca de él que casi podríamos fundirnos. Aspirando su aroma personal, un tanto picante a pesar de la ducha reciente, de la frescura de la hidratante (la mía, la que me venden siempre junto con la colonia que suelo usar) con la que se ha embadurnado gran parte del cuerpo (la que le queda por delante, la de atrás siempre ha supuesto un problema en el momento de untar), del chorro de colonia después de ponerse una camiseta y unos pantalones recién lavados con jabón natural...

Hoy ha sido un día de recaídas y regresiones. De vasos vacíos. Sin agua de río mezclada con mar.

3 comentarios:

Isabel dijo...

Y qué sensaciones tan extrañas dejan en el cuerpo,sin saber dónde colocarlas,pero que siguen aún pidiendo a gritos algún hueco.
Será que, de vez en cuando, hay que sacarlas de la repisa y limpiarles el polvo,amiga.
Como escribía en una de mis entradas anteriores,eso es lo que yo llamo "memoria de los sentidos".Siempre nos va a quedar ahí...
Mi abrazo,amiga.Buen domingo.
:-)

servidora dijo...

Le quisiste. Es normal que recuerdes su cariño y el tuyo, no reniegues de los buenos recuerdos.

Pero tampoco olvides tus razones. Tus buenas razones.

Y, sobre todo, no te olvides de tu vida. Y sal a bailar :-)

Un beso gordo :-*

Anónimo dijo...

Es la versión de los Fabulosos Cadillacs? También me gusta esa canción.

A veces el cuerpo pide cosas que la mente sabe que no le puede dar.

De todos modos, como dice Servidora, sal a bailar. Ya verás qué bien te sienta :)