domingo, 8 de junio de 2008

Cincuenta y dos.


"Le tendió el higo maduro. El hombre pensó que nunca lo había mirado así. Le imploraba que comiera. No quiso pensar. Ella era su carne y sus huesos. No le estaba dado dejarla sola. No quería quedarse solo. Mordió el fruto. Sintió el líquido dulce mojar su lengua, la carne suave enredarse en sus dientes. Cerró los ojos y el placer de la sensación lo ofuscó."

Gioconda Belli
. El infinito en la palma de la mano.

1 comentario:

violetazul dijo...

Me apunto esta lectura!
Después de casi siete años he vuelto a descubrir a Gioconda Belli.. acabo de terminar de releer La Mujer Habitada.. y ahora estoy sedienta de más letras de esta autora