domingo, 1 de junio de 2008

Cuarenta y cinco.


Aquí no me va a pasar pero en el anterior blog, de vez en cuando, alguien aterrizaba por casualidad y se detenía tanto rato que parecía que hubiese llegado para quedarse a pensión completa. A mí esa situación me preocupaba porque me daba la sensación de que, en lugar de en mis archivos, había estado hurgando en mis propias entrañas.

Después de muchos días sin mirar las estadísticas, y como si me hubiese sentido observada por encima del hombro, anoche cuando llegué las volví a abrir. Y me encontré con casi mil páginas leídas. Casi todas por una sola persona. O al menos desde una misma dirección IP. Me recorrió un escalofrío, pues eso me recordó situaciones anteriores, en las que ya alguien lo había vuelto a hacer. Y me dieron ganas de borrarlo todo, de deshacerme de cada palabra que había escrito, porque me sentí como la protagonista inocente de una película porno que ni siquiera sabe que lo está siendo.

Cuando una escribe un blog personal es consciente de que se arriesga a que alguien lo lea. En la distancia no parece preocupante, pues ya sería casualidad que, entre tantos y tantos miles de blogs más atractivos, interesantes, literarios, incluso morbosos, que el de una, ese alguien llegara, aunque fuera por casualidad. Porque a pesar del anonimato que pueda proporcionar el personaje que se acaba creando, en un blog personal se está al natural. Y, a poco que se detenga ese alguien que conoce a la que está detrás del nombre inventado, acaba por descubrir que es precisamente la que no andaba buscando. Aunque quizá sí. Y entonces se queda con la excusa de la curiosidad. Y poco a poco va absorbiendo todas las confidencias, las intimidades, las palabras secretas que se escribieron porque no se podían pronunciar.

Por suerte para mí, y para evitarme angustias supongo, de nuevo los duendes han vuelto a actuar. Esta mañana todo había desaparecido. Ya no puedo consultar las estadísticas porque ya no están. Yo soñé que me deshacía de ellas, pero en aquel lugar sé que no hubiera sido capaz. Jamás he descendido a la bodega, allí donde suelen estar los códigos que ordenan el funcionamiento, pues ni siquiera he sabido nunca cómo entrar. Lo malo es que no me siento aliviada sino confusa. Me sorprenden estas casualidades que no sé si me favorecen. Y me dan ganas de abandonar. Porque hoy me siento un poco floja, posiblemente, pero también porque me disgusta la manipulación a distancia sobre lo que había creído personal y ha demostrado que no lo es tanto. Todavía me asusta un poco esta falta de control, no saber con seguridad quién está del otro lado.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No te preocupes, porque lo más probable es que haya sido un error. De todos modos, te advierto, yo no sé cómo se miden estas cosas, pero puedo decirte que a mí me ocurre a veces de entrar en un blog (muy pocas veces, pero algunas) y leérmelo entero. O leer muchas páginas. Y abrir un blog y dejarlo abierto (mi ordenador es un ventanal con mogollón de pestañas y ventanas abiertas siempre. Puede olvidárseme abierto, hasta días. Así que como se mida el tiempo, no quiero ni pensar las cruces que se hará alguno...Y de la forma más inocente...
Y no te preocupes, que el mundo es un pañuelo, pero no tanto...

Fernando Manero dijo...

Son los riesgos del ciberespacio, la libertad incontrolada de la que cualquiera puede hacer uso. Yo era ajeno a este procedimiento, pero creo que, si se utiliza bien, no hay de qué preocuparse. Es una ventana abierta, en la proximidad y en la distancia, a la vuelta de la esquina y en los antípodas. Todo depende del mensaje que quieras transmitir. Si es serio, si aporta riqueza y naturalidad, si contribuye a mejorar el entorno que nos rodea, aprovechemos la posibilidad de que pueda enriquecer a personas que de otro modo se verían privads de él. Te he conocido a través del blog de Cecilia Alameda. Escribes muy bien. Si no hubiera sido así, no hubiera tenido esa oportunidad. Insisto: lo importante no es que te lean, como lo que digas libremente. Saludos

CarmenS dijo...

Yo no sé como se ven las IP pero sí puedo decirte que hay días que entro muchas veces en el mismo blog porque leo entradas antiguas, porque leo a quienes comentan o porque miro si han renovado o si me han respondido a un comentario. O sea, que puedo abrir en una hora cientos de páginas. Y al día miles.

Arcángel Mirón dijo...

Por estos lados hay mucho loco suelto, pero la mayoría somos seres magnífico :)

No, en serio. Tal vez esa persona te lee con fanatismo por tus letras y nada más. Por supuesto, cabe la otra posibilidad. No sé. Cuidate pero también disfrutá.

violetazul dijo...

Estoy con BrujaRoja.. me ha pasado al llegar a un blog, y quedarme totalmente enganchada, como me pasó con el tuyo..
Que no hay día que no venga a visitarte por si has cambiado los muebles de sitio ;-))
Besos

neoGurb dijo...

El más perfecto ejercicio de budismo-zen-bloggeril es tener varios contadores de estadísticas, ocultos. Y no mirarlos nunca. A ver quién es el guapo que aguanta.

Los que tenemos poquitas visitas las disfrutamos como en familia, y lo que cuentas debe ser un vértigo. Siempre digo que admiro a quienes, habiéndose conocido a través de sus respectivos blogs, acaban quedando para conocerse en el mundo real. Aunque no mintamos a propósito, realmente no nos mostramos completos. Todo esto es un juego de simulación en el que todos pretendemos ser originales, sensibles o graciosos. Pensar que alguien, al otro lado de esa maraña de cables y fibras ópticas nos podría conocer de verdad da mucho miedo, sí.

Un blog es como una pieza de lencería. Lo que más apetece es justo lo que deja entrever, lo que sugiere pero oculta. En cualquier caso, sigue así. Es delicioso ver lo que muestras y lo que dejas adivinar.