jueves, 26 de junio de 2008

Sesenta y siete.


"Marian suponía que estaba siendo lo que se decía utilizada, pero no le importaba en absoluto, siempre que supiera para qué. Le gustaba que ese tipo de relaciones se desarrollaran en el nivel más consciente posible. Estaba claro que Duncan la reclamaba, como solía expresarse, o que al menos reclamaba su tiempo y su atención; pero al menos no la amenazaba ofreciéndole ningún regalo intangible a cambio. En cierto modo, su absoluto egocentrismo le resultaba tranquilizador. Así, cuando le rozaba la mejilla con los labios y le susurraba 'En realidad no me gustas mucho', a ella no le preocupaba, porque no tenía que responder nada. Pero cuando Peter, con la boca aproximadamente en la misma posición, le decía 'Te quiero' en voz baja y esperaba un eco, se sentía obligada a emitirlo."

La mujer comestible. Margaret Atwood, Príncipe de Asturias de las Letras 2008.

3 comentarios:

violetazul dijo...

Si el resto del libro se parece aunque vagamente a ese párrafo, me lo tengo que leer, y rápido!
Besos

Arcángel Mirón dijo...

Qué buen párrafo.

A veces actúo así. Y no me gusta.

CarmenS dijo...

Este no había caído en mis manos, pero seguiré tu recomendación y lo leeré.
Besitos