sábado, 17 de mayo de 2008

Treinta y uno.

La ausencia. Mª de los Angeles Bueno.

"Cuidado, Frances: si algo había aprendido había sido a no decir lo que aceptaría o rechazaría del destino, que tenía sus propias ideas.
Pero quizás el destino radique simplemente en el temperamento, que por medios inescrutables atrae determinados acontecimientos e individuos. Hay personas que (tal vez de una manera inconsciente en la juventud, hasta que se ven obligados a admitir que la culpa es de su carácter) adoptan cierta pasividad ante la vida, se quedan aguardando a que algo llegue a su plato, caiga en su regazo o aparezca ante sus ojos -'¿Qué te pasa? ¿Estás ciego?' - y llegado el momento no intentan pillarlo al vuelo, sino que esperan a que lo que sea se desarrolle y manifieste. Luego la tarea consiste en sacarle el máximo provecho, en hacer lo que se pueda con lo que a uno le ha tocado en suerte."

Doris Lessing. El sueño más dulce.

3 comentarios:

CarmenS dijo...

Infatigable tú, tenaz en tu escritura diaria. Espero que estés disfrutando del día y que la pasividad de Lessing no te afecte en absoluto.

Anónimo dijo...

Dan ganas de sentarse entre esos almohadones y leer... Leer, leer... qué nostalgia y qué ganas de recuperar de nuevo esa sensación.
Besos, memoria

(No he leído Las viudas, de Ingrid Noll, pero por el título y conociendo sus obsesiones... no sé yo)s

Arcángel Mirón dijo...

Que triste eso de esperar a que el destino decida por nosotros. Yo espero que el destino me revele sus intenciones, y luego me siento a negociar el contrato.