El primer sábado sin lluvia del mes de mayo no podía dedicarlo a otra cosa más que a pequeñas tareas de mini jardinería, que ya le estaba haciendo falta a las plantas que -desde que comenzó la primavera- adornan y aromatizan mi pequeña terraza. He cambiado a tiestos más grandes la albahaca y la menta, he añadido uno pequeño con perejil y un romero casi enano. He podado las rosas amarillas y llenado una jardinera con las margaritas.
Cuando llegamos a esta casa hace ahora casi un año yo me lo tomé todo como algo provisional. La verdad es que tuvimos mucha suerte al encontrar este piso, pequeño aunque suficiente para las dos, con muchas ventanas a la calle, bien situado, de un propietario amigable y colaborador que, aunque no nos lo deja regalado, tampoco especula con nuestra necesidad de una vivienda digna, a pesar de haberlo conseguido en plena temporada alta, con lo que suben los precios en esta zona cuando se acerca el verano. Una vez instaladas aquí yo seguía buscando, no sé muy bien si por no acomodarme o por la necesidad de un espacio más grande, habiendo dejado atrás una casona de campo y un grandísimo jardín.
La verdad es que hemos cambiado mucho (las tres: meri, la casa y yo) desde que llegamos en junio pasado. Y que nos sentimos tan a gusto que, habiendo encontrado un par de pisos más grandes a un precio semejante al que ahora estamos pagando, no queremos movernos de aquí. Hemos hecho nuestro cada rincón de la casa, nos reconocemos de nuevo en nuestras cosas, las que hemos recuperado y las que hemos ido consiguiendo por el camino. El último paso fueron las plantas para la pequeña terraza (o gran balcón) porque quizá el jardín ha sido lo que, en las cuatro estaciones que llevamos ya viviendo aquí, más hemos echado en falta. Cuando al fin me di cuenta de que no había manera de sustituirlo empecé a construir mi propio mini jardín.
Cuando llegamos a esta casa hace ahora casi un año yo me lo tomé todo como algo provisional. La verdad es que tuvimos mucha suerte al encontrar este piso, pequeño aunque suficiente para las dos, con muchas ventanas a la calle, bien situado, de un propietario amigable y colaborador que, aunque no nos lo deja regalado, tampoco especula con nuestra necesidad de una vivienda digna, a pesar de haberlo conseguido en plena temporada alta, con lo que suben los precios en esta zona cuando se acerca el verano. Una vez instaladas aquí yo seguía buscando, no sé muy bien si por no acomodarme o por la necesidad de un espacio más grande, habiendo dejado atrás una casona de campo y un grandísimo jardín.
La verdad es que hemos cambiado mucho (las tres: meri, la casa y yo) desde que llegamos en junio pasado. Y que nos sentimos tan a gusto que, habiendo encontrado un par de pisos más grandes a un precio semejante al que ahora estamos pagando, no queremos movernos de aquí. Hemos hecho nuestro cada rincón de la casa, nos reconocemos de nuevo en nuestras cosas, las que hemos recuperado y las que hemos ido consiguiendo por el camino. El último paso fueron las plantas para la pequeña terraza (o gran balcón) porque quizá el jardín ha sido lo que, en las cuatro estaciones que llevamos ya viviendo aquí, más hemos echado en falta. Cuando al fin me di cuenta de que no había manera de sustituirlo empecé a construir mi propio mini jardín.
3 comentarios:
Me gusta leerte "asumida" que no "resignada"...
Si cuidas tu jardín como te manejas en la cocina, debe tener unas flores espectaculares..
Besos
Todos debemos hacer que nuestra casa sea nuestro lugar favorito. Ahí vivimos. Ahí está nuestra intimidad. Es parte de nosotros.
Si os encontrais a gusto en la casa, si le habeis conferido personalidad y calidez, ya no es una simple casa, es un hogar. Imagino la belleza multicolor de las plantas de tu balcón a tenor de las imágenes, siempre tan bellas, de tus entradas.
Besos
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