Día de pereza y lectura al amor del fuego. Quiero decir las velas, que me han acompañado todo el invierno para hacerme creer a mí misma que todavía tenía enfrente la chimenea, la que abandoné junto al resto de las cosas que sentía mías en la casa. El jardín también. Lo he sustituido por algo más pequeño, unas pocas plantas con flores que mantengo con mimos, palabras y cuidados constantes, que ni éste es su sitio ni el vientecillo marino que las azota a diario lo más adecuado para su crecimiento y conservación.
Mientras sigue lloviendo (esto sí es agua para todos, no el desastre ecológico y económico que promueven nuestros políticos más cercanos) aumenta la melancolía que suele llevar aparejada toda tarde de domingo.
En el mismo momento en que ha quedado libre el portátil (el de meri, el mío todavía no ha despertado del coma súbito en que cayó la pasada semana) retomo la tarea de adición de complementos al blog, ahora que -abandonado definitivamente el otro, del que no me he traído más que dos buenísimas amigas, y superado el vértigo de los nuevos proyectos- ya siento que lleva camino de durar algún tiempo. Vosotras, mis cinco lectoras, os merecéis asomaros a una ventana agradable y acogedora y eso es precisamente lo que voy intentando.
Más tarde, un bol de palomitas acompañando un par de partidas al blokus y luego, mientras ella estudia, un baño conciliador con mi pobre cuerpo cansado. Después de la cena, comprobado con satisfacción el estado de todas esas pequeñas novedades que a lo largo de la tarde he ido introduciendo, pensado, escrito, editado, impreso y colgado de la puerta de la nevera el menú de la semana, al amparo del silencio casi absoluto de la noche del domingo, llega por fin el momento mágico y -de alguna manera liberador- del apunte en el diario.
Mientras sigue lloviendo (esto sí es agua para todos, no el desastre ecológico y económico que promueven nuestros políticos más cercanos) aumenta la melancolía que suele llevar aparejada toda tarde de domingo.
En el mismo momento en que ha quedado libre el portátil (el de meri, el mío todavía no ha despertado del coma súbito en que cayó la pasada semana) retomo la tarea de adición de complementos al blog, ahora que -abandonado definitivamente el otro, del que no me he traído más que dos buenísimas amigas, y superado el vértigo de los nuevos proyectos- ya siento que lleva camino de durar algún tiempo. Vosotras, mis cinco lectoras, os merecéis asomaros a una ventana agradable y acogedora y eso es precisamente lo que voy intentando.
Más tarde, un bol de palomitas acompañando un par de partidas al blokus y luego, mientras ella estudia, un baño conciliador con mi pobre cuerpo cansado. Después de la cena, comprobado con satisfacción el estado de todas esas pequeñas novedades que a lo largo de la tarde he ido introduciendo, pensado, escrito, editado, impreso y colgado de la puerta de la nevera el menú de la semana, al amparo del silencio casi absoluto de la noche del domingo, llega por fin el momento mágico y -de alguna manera liberador- del apunte en el diario.
4 comentarios:
Ten cuidado con la lluvia y recuerda que esa tampoco es la verdadera forma del agua: está deformada por la gravedad :-)
Puede ponerte melancólica, pero ¿has probado con katiuskas... haciendo el bruto en los charcos?
Eso sí, eh, luego duchita caliente que no hay que pillar uan gripe.
Y lee todas las metáforas que se te ocurran en la tontería anterior. Todas serán válidas, todas serán casualidades... :-)
Bon día :-)
Tu casita está quedando muy bonita, la virtual, digo, lo que me lleva a pensar que seguro que la otra también... Es lo bueno que tiene blogspot, que hay posibilidad de meter muchas cositas, lo que me hace tener la tentación de mudarme a esa plataforma...
La verdad es que da gusto entrar en tu blog, eliges unas imágenes tan chulas...
Pues si, como dice BrujaRoja, te está quedando la casita estupenda, tremendamente acogedora.. me da tranquilidad y sosiego venir a leerte, ahora que a mi tanta falta me hace, así que muchas gracias!!!
Besos
Para esta lectora, tu ventana es agradable todos los días. Unos con risas, otros con melancolía, pero la vida no es, desafortunadamente, de colores brillantes a diario.
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